Centroamérica/Política

“Me da tristeza que Semilla ha sido incapaz de mantener los valores del partido”

La antropóloga Irma Alicia Velásquez Nimatuj, que hace años participó en la creación de Semilla, afirma que el partido oficial de Guatemala ahora está partido en dos debido a una “falta de liderazgo y trabajo orgánico” por parte del presidente Arévalo y sus congresistas. “Su mayor debilidad es no reconocer el poder político de los pueblos indígenas”, plantea. “Se sigue pensando que tienen que salir en la foto, pero no pueden cambiar ese chip más allá”.

Kathleen Hinkel
Yuliana Ramazzini

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Cuando Samuel Pérez, el diputado más representativo de Movimiento Semilla, el partido oficial de Guatemala, anunció hace tres semanas la formación de un nuevo proyecto político llamado Raíces, quedó en evidencia que el pequeño partido que llevó al poder a Bernardo Arévalo se ha dividido en dos: entre los allegados al presidente y al diputado. Desde la toma de posesión en enero de 2024, el partido se ha cancelado en una larga saga de acoso judicial que viene del proceso electoral; Pérez explicó que Raîces es “es la refundación del Movimiento Semilla”. Pero, ocho de doce diputados de Semilla, se negaron a participar en la propuesta, argumentando que él habia tomado la decisión sin consultarles a ellos o a las “bases del partido”.

Un factor de la separación es la enorme presión por la persecución de los miembros del partido; la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la independencia de magistrados y abogados, quien, en su visita a Guatemala en mayo, denunció  “un cuadro consistente y alarmante de criminalización”. Irma Alicia Velásquez Nimatuj, antropóloga social y profesora maya k’iche’, que participó hace más de una década en la fundación del proyecto político de Semilla, dice en esta entrevista con El Faro que los miembros del partido “ven pocas salidas para mantener Semilla y eso llevó a la nueva conformación de Raíces, pero también es parte de las fragmentaciones en que Semilla ha terminado, por falta de liderazgo y trabajo orgánico”.

Velásquez Nimatuj, una de las académicas más destacadas de Guatemala, ha dado clases en universidades estadounidenses como Brown, Duke y Stanford. Enfatiza en que lo que ella denomina falta de involucramiento de los pueblos indígenas, ha llevado al presidente Arévalo a una “incapacidad política de asumir el poder que le dio el pueblo”. Esto contrasta con las afirmaciones de algunas de las autoridades ancestrales que han llegado a acuerdos iniciales con el Gobierno y mantienen la esperanza en un gobierno de cambio profundo.

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“Me da tristeza que Semilla ha sido incapaz de mantener los valores del partido”
Cientos de guatemaltecos trataron de llegar hasta el Congreso el 14 de enero de 2024 para protestar contra los diputados que atrasaban el inicio de la nueva legislatura y la toma de posesión de Bernardo Arévalo. Una barrera policial intentó frenarlos. El Faro


Sobre la nueva agrupación liderada por Pérez, observa que “el activismo energético de Samuel está superando al propio presidente”, a la vez que advierte que “si él (Pérez) quiere ser un caudillo, va a ser un problema y su vida política será muy corta”. Cita al principal motor intelectual del partido: “Edelberto Torres Rivas lo decía: los partidos políticos en Centroamérica tienen una vida corta. Es una profunda tristeza saber que sus palabras se cumplieron para el proyecto en el que puso su corazón y cabeza”.

Usted fue cofundadora de Semilla. Hoy, dos años después de prometer una “nueva primavera”, Arévalo está entre la espada y la pared: entre quienes dicen que tiene las manos atadas y que está acéfalo. Usted ¿qué dice?
Arévalo llegó con respaldo popular, pero no por él mismo, sino por las condiciones del país, en medio de una enorme ola de jueces y fiscales que empezaron a salir del país. También llegó en condiciones en que el pacto de corruptos hizo todo para que él no pudiera tomar posesión, gracias a la lucha colectiva de los pueblos indígenas por 106 días (en defensa del resultado electoral). Pero su enorme traspié ha sido su incapacidad política de asumir el poder que le dio el pueblo. Por primera vez en la historia de Guatemala, un presidente tenía todo el respaldo de sectores sociales conscientes, urbanos, pero sobre todo de pueblos indígenas. Sin embargo, ha sido incapaz de dar respuesta a su principal demanda: la destitución de la fiscal general. No es que no exista apoyo, pero ya no es el apoyo fuerte que tenía. Si él está en una encrucijada, es precisamente por esa incapacidad.

En 2023 hubo un diálogo nacional inédito en décadas para prevenir un golpe electoral. Esto abrió nuevos espacios políticos para la sociedad civil, autoridades indígenas y otros actores. Hace unas semanas, el MP citó las movilizaciones cuando acusó a dos exlíderes de los 48 Cantones de “terrorismo”. ¿Ese nuevo espacio está colapsando?
No. Desde los pueblos indígenas, con o sin Bernardo, las resistencias continuarán porque saben que no se trata solo de este momento político. Que los dos hermanos estén en prisión acusados de terrorismo no es nuevo: lideresas y líderes indígenas han sido asesinados, masacrados, encarcelados, acusados falsamente. Con poca inteligencia, los estrategas del Ministerio Público creen que con prisión acabarán con la resistencia. Pero la lucha de los pueblos indígenas no es la de un partido político o institución. Es una lucha que trasciende, relacionada con demandas históricas que persisten y se agravan.

¿Qué queda hoy del movimiento cívico que nació en defensa de las elecciones?
Los sectores que quieren otro país no van a desaparecer. Ahora, que no participen como parte de la sociedad política, una razón es el desencanto. Hay momentos de retraerse, no para dejar de actuar, sino para repensar. El 2023 fue un momento coyuntural, clave, fundamental en el que convergen múltiples factores. Pero pensar que todos los sectores que participaron estarán en una sola alianza no es humanamente y políticamente posible, porque existen diferentes intereses, orígenes de clase, raza, género, ubicación, posicionamientos políticos. Pero no significa que estén desaparecidos, que se cayó el movimiento.

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Los miembros de la familia Domínguez permanecieron durante más de 24 horas en la Plaza de la Constitución para esperar el discurso del presidente Bernardo Arévalo. Al centro, Joel Domínguez consuela a su hijo que llora debido al frío de la madrugada del lunes 15, previo a la llegada de los recién juramentados Bernardo Arévalo y Karin Herrera. La familia viajó a la Ciudad de Guatemala el 13 de enero desde Retalhuleu. (Photo: Carlos Barrera)El Faro


Usted fue parte del proyecto político de Semilla hace ya una década. ¿Qué la motivó a participar?
Habíamos empezado desde el 2003, 2005 y finalmente en el 2013. Yo soy parte del grupo fundador, pero ya no del grupo que firmó la conformación de Semilla como partido. Salí del país en 2016 y eso ya no me permitía estar en el día a día y mi contacto se fue haciendo cada vez más débil. Pero lo que me hizo participar fueron las reuniones de discusión respecto a nuestra realidad: pensamos en un proceso de recomposición política dentro del marco de políticas neoliberales que tenían un discurso de modernizar el país, pero en el fondo lo estaban tutelando. Pensamos en una estabilización nacional que trajera justicia social para las mayorías. También discutimos hasta qué punto era posible pensar en una fuerza hacia el futuro: el triunfo de Bernardo es parte de ella. Yo era la única persona que abordaba el tema de los pueblos indígenas, porque era la única indígena en ese espacio.

¿Cree que los mismos ideales que inspiraron la fundación del partido animan sus acciones hoy?
Es difícil ya. Una cosa es hacer esos procesos de reflexión y otra conformar un partido, que es sumamente difícil. Llegar al poder, a la presidencia, es otro reto sumamente enorme. Semilla tuvo la oportunidad histórica de hacer un gobierno con los pueblos indígenas, con los sectores populares de la capital, con empresarios que quieren otro país, con colectivos de mujeres diversas, con juventud universitaria y no universitaria, pero no han sido capaces. Este gobierno ha decidido hacer un gobierno para pueblos indígenas y no con pueblos indígenas, con una ideología paternalista que les ha impedido convocar a las mejores mentes indígenas. Siguen con sus mismos procesos ideológicos; no han cambiado. Bernardo utilizó las políticas culturales para dar pequeños puestos, pero con eso no se construye otro país. Su mayor debilidad es no reconocer el poder político que los pueblos indígenas tienen. Arévalo va a pasar, pero los pueblos no van a pasar.

Arévalo se dice socialdemócrata pero hay quienes lo describen como centrista. Llegó a acuerdos con Trump y ha tratado de mantener cerca al empresariado. ¿Usted definiría a Arévalo como progresista?
Es un político centrista. Pero ser centrista no es ir en contra de la justicia social: le da la capacidad para negociar. Tiene más posibilidades para hacerlo que alguien que se identifica como de izquierda. En el caso de Thelma Cabrera, por ejemplo, si ella hubiera ganado, las posibilidades de negociar serían totalmente nulas. El que Bernardo sea de una posición de centroizquierda le permite más esa posibilidad de negociar. Sin embargo, siento que esos espacios no los ha utilizado en beneficio de lograr estos cambios que la población requiere.

Si el presidente se dice arrinconado, ¿por qué no ha decidido volver a apoyarse en los miles de personas que defendieron su victoria electoral? ¿Cree que esas mismas personas saldrían a defenderlo hoy si los convocara?
Lograría el apoyo de los que le apoyaron en 2023 solamente si consigue la destitución de la fiscal general. Solo con eso.

Algunos describen la administración Arévalo como un gobierno de transición, no de cambios radicales. Si logra cambios en el MP a través de la elección del próximo fiscal en 2026, ¿lo habrá logrado?
Los únicos que describieron al gobierno de Arévalo como de cambios radicales, entre comillas, fueron precisamente los miembros del pacto de corruptos, como parte de su estrategia de terror para mantener el status quo. Yo no definiría a Semilla como un gobierno de transición, precisamente porque nunca se plantearon a sí mismos de esta manera. En realidad, estamos ante un gobierno de centro derecha, cuya función principal debería ser elegir a la mejor candidata o candidato para fiscal general el próximo año: alguien que verdaderamente vele por el cumplimiento del estado de derecho. Esto es lo mínimo que se espera de Arévalo. Aunque quisiera agregar que la elección del próximo fiscal en 2026 será definitoria, pero no puede ser el único parámetro para evaluar, entre comillas, su éxito. Si no se plantea como gobierno de transición, entonces debe de ser evaluado por sus propios términos y promesas.

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Pepe Mujica dijo que los políticos del pasado no se deben idolatrar, que hay que seguir adelante. ¿El presidente ha hecho demasiado énfasis en el legado de su padre?
Usó muchísimo ese momento histórico. Es cuestionable porque hay que analizar qué significó el gobierno de Juan José Arévalo para pueblos indígenas. En la Revolución de Octubre de 1944, la población indígena no fue tomada en cuenta como actor político. Fue una revolución urbana intelectual de jóvenes estudiantes e intelectuales, pero no de pueblos indígenas. Irónicamente, Bernardo Arévalo sí tiene el apoyo de pueblos indígenas. Pero debemos analizar a la luz de la historia cuáles fueron realmente los logros de Juan José Arévalo en la transformación de Guatemala y repensar si había que redefinir un gobierno acorde al momento histórico que vivía Bernardo Arévalo al tomar el poder.

¿Cómo ha sido observar la persecución a miembros de Semilla como Ligia Hernández y Eduardo Masaya? ¿Qué impacto ha tenido el “caso Semilla” en el partido y entre sus simpatizantes?
Cuando inició Semilla, se pensó con mucha serenidad en quiénes conformarían esos espacios de discusión. Fueron espacios muy cerrados, donde no decíamos dónde nos reuníamos. Hay nombres que no podría darle. Conocíamos el precio que se ha pagado por repensar y construir otro país. Pero dejaron entrar a personajes que le hicieron mal al partido. Un diputado ganó la curul y se convirtió en informante para que el Ministerio Público y sectores conservadores iniciaran procesos de persecución política que aún están en tribunales. Este diputado es uno de los que llevó a que Ligia Hernández fuera detenida. Se llama José Alberto Sánchez Guzmán. Después se fue con la Unión Republicana, uno de los partidos más derechistas de Guatemala.

Los archivos de la Policía Nacional muestran que la historia de Guatemala también es la de actores y actrices que han llegado a espacios políticos para sacar información y colocar a personas en procesos delicados, o incluso en peligro de perder la vida.

Desde que el MP anunció el caso Semilla, quedó clara la película: no iban a dejar de obstruir cada paso. ¿El partido ha sabido actuar bajo esa presión?
Al momento de asumir el poder, si hubiera sido capaz de convocar a los diferentes sectores, también hubiera podido más fácilmente enfrentar los ataques. Pero al quedarse como un sector cerrado —acuérdese de toda la crítica que hay a la rosca que está detrás de Bernardo: sectores que solo leen la realidad que quieren al presidente— le ocultan la otra realidad. Eso ha sido un fallo fundamental.

¿Qué va a pasar con los afiliados a Semilla? ¿Le han dicho algo a usted?
Yo no tengo comunicación con Semilla desde 2017. Tampoco en ningún momento Semilla trató de convocar a quienes fuimos parte del inicio. Ni cuando tomaron posesión: creo estar segura que no convocaron a nadie de quienes participamos al inicio.

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“Me da tristeza que Semilla ha sido incapaz de mantener los valores del partido”
La madrugada del 15 de enero de 2024, el presidente Bernardo Arévalo y la vicepresidenta Karin Herrera salieron del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias hacia el Ministerio Público y terminaron su recorrido en el Palacio Nacional frente a la Plaza de la Constitución, donde dieron un discurso frente a centenares de personas que llegaron desde diversas partes de Guatemala. (Photo: Carlos Barrera)El Faro


¿El hecho de que se esté integrando un nuevo partido político con bases de Semilla quiere decir que, como estrategia política, dan por perdido el partido original?
Creo que hay un cansancio por la persecución. Ven pocas salidas para mantener Semilla y eso llevó a la nueva conformación de Semilla, pero también es parte de las fragmentaciones en que Semilla ha terminado, por falta de liderazgo y trabajo orgánico. Sin duda conformarán Raíces. No sabemos cómo será, pero parece una nueva propuesta urbana, desde la capital. No sé si se da por perdido el partido original, sino que es algo distinto, aunque tengan las mismas bases. No sé si van a rescatar a Semilla del acoso actual. Sí creo que Raíces recogerá esas bases urbanas. No sé si trabajarán con las bases del interior y la ruralidad.

¿Es irreparable esta ruptura?
Desconozco si es posible repararlo, pero es un llamado de atención. Me da mucha tristeza comparar el inicio del partido con este momento. Muchos de quienes estuvimos en el inicio ya no estamos por múltiples razones. Y los que quedaron tenían la enorme responsabilidad de mantener esos valores, objetivos, utopías y reflexión, y creo que no han sido capaces. Es un hecho social trágico para la política del país, porque ratifica lo que nuestro querido Edelberto Torres Rivas lo decía: los partidos políticos en Centroamérica tienen una vida corta. Es una profunda tristeza saber que sus palabras se cumplieron para el proyecto en el que puso corazón y cabeza. Ni su propio partido fue capaz de escapar a su análisis.

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¿Qué valores fundacionales se perdieron?
A finales de 2016, el Movimiento Semilla estableció cuatro pilares fundamentales: el primero era construir una democracia participativa. Ahí se planteaba que no se podría transformar el Estado ni construir otro país sin trabajar con la mayoría alternativa: las distintas fuerzas políticas, sociales, económicas y raciales que conforman el país. El segundo pilar era construir un estado reconciliando la política con la ética y promoviendo los intereses de todos los pueblos que constituyen la nación guatemalteca, reconociendo además las formas ancestrales de organización política y a las autoridades ancestrales de los pueblos indígenas en el marco del Estado Nacional. El tercero: enfrentar la desigualdad combatiendo la discriminación de género y étnica, ampliando el acceso a bienes públicos como seguridad, transporte, recreación y arte. El último era construir una economía incluyente con respeto a la naturaleza, regulando el acceso a los recursos naturales y protegiendo el medio ambiente.

Esto era un intento de construir una agenda holística basada en principios democráticos que reconocían las condiciones materiales de Guatemala y también las condiciones de los diferentes pueblos que conforman el territorio. Sin embargo, no todos los que iniciaron el proceso llegaron al poder. En el camino algunos murieron, como Edelberto Torres Rivas, mientras le dieron la espalda a actores fundacionales como Juan Alberto Fuentes Knight. Finalmente, como muchos otros partidos con claridad socialdemócrata, fueron permeados por algunos actores que vendieron y terminaron prostituyendo los principios y valores que poco a poco se han ido diluyendo. Este es quizá el mayor riesgo que enfrenta cualquier movimiento político: la pérdida de su organicidad transformadora una vez que accede al poder.

¿La nueva división afectará el desempeño del Presidente?
Sin duda le afectará. Es parte de la poca habilidad que tienen las cabezas intelectuales. No se trata de hacer protagonismos individuales, sino de seguir sumando, invitando, construyendo. Semilla no fue capaz. Hay una lucha por poderes y espacios; las mieles del poder embelesan a muchos y los llevan a cometer errores históricos e imperdonables. Otros quizá menos, que aún se pueden reparar. Hay alguna inexperiencia, como el caso de Samuel Pérez: hace unos días salió un video de él en una piscina, bebiendo alcohol desde una botella. Al ser cuestionado, dijo: “Esa es mi vida privada”. Con respeto a Samuel, que es una voz clara e inteligente del partido, esto es problemático. Nuestra actuación privada es política, estemos en puestos públicos o no. Espero que Samuel reaccione y se someta a un análisis político y personal.

Usted habla de “errores históricos e imperdonables”. ¿Cuáles son?
Primero, no haber materializado la expectativa ciudadana de remover a la fiscal general, a pesar de contar con el respaldo de las mayorías del país. Esta fue una demanda clara de los pueblos indígenas. Segundo, no haber conformado desde el inicio un gabinete de gobierno acorde a la diversidad racial de Guatemala. Debió reconocer que el 50 % de la población guatemalteca es indígena y que existen cuadros de alto nivel preparados para asumir diversas responsabilidades dentro del poder ejecutivo. Ese gabinete no debió haber sido producto de una promesa electoral de diversidad racial, sino una respuesta natural a las condiciones sociales del del 2023. Y tercero, su política exterior sumisa frente a agendas de estados que violan derechos humanos y su débil respaldo a quienes han sido encarcelados en esta nueva etapa de criminalización hacia la resistencia indígena impulsada como venganza a su rebeldía por el Pacto de Corruptos, a través del Ministerio Público.

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“Me da tristeza que Semilla ha sido incapaz de mantener los valores del partido”
La antropóloga Irma Alicia Velásquez Nimatuj, que hace años participó en la creación de Semilla, afirma que el partido oficial de Guatemala ahora está partido en dos debido a una “falta de liderazgo y trabajo orgánico” por parte del presidente Arévalo y sus congresistas.(Photo: Kathleen Hinkel)


Samuel Pérez, al inicio de 2024, parecía ser el diputado de mayor confianza del presidente. Ahora parte de la bancada lo acusa de liderar unilateralmente una nueva iniciativa política y dividir el partido. ¿Cómo evalúa su liderazgo en el Congreso?
A Samuel lo respeto. Me parece un hombre joven y sumamente inteligente que ha sumado experiencia política que debe saber usar. Él era de los que hablaba de la promesa de lucha contra la corrupción y la impunidad, pero tampoco hemos visto un accionar de él para lograr esto. Le cuesta forjar y sostener alianzas y de eso se trata el liderazgo, porque si no, se vuelve un caudillo. Si él quiere ser un caudillo, va a ser un problema y su vida política será muy corta; sería una tragedia para alguien que ha acumulado un capital político importante, siendo tan joven.

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¿En qué ha quedado la relación del partido con Arévalo?
Hay dos bloques claros: uno que dirige el presidente y otro que dirige Samuel, cuyo activismo energético está superando al propio presidente. Y aquí nuevamente vemos dos debilidades enormes de Arévalo: su incapacidad de cumplir con sacar a la fiscal y de poder liderar el partido que le llevó al poder. La crisis de Semilla refleja la crisis nacional; nadie en Guatemala escapa de esta realidad.

En El Salvador y Nicaragua hay dictadura. ¿Será que, en realidad, el panorama en Guatemala no es tan desalentador?
No creo que podamos decir que estamos mejor que Nicaragua o que estamos mejor que El Salvador, porque creo que hay que leerlo en su propio contexto. Guatemala tiene una efervescencia política permanente a pesar de la represión. No hay libertad total, pero sí algunos espacios. Para mí el mayor vacío de la política guatemalteca es el racismo craso. Mientras sigan subestimando a los pueblos indígenas, pensando que hay que continuar una guerra contra ellos, sin pensar que ellos también van a ser los sectores fundamentales para redefinir este país, vamos a seguir viendo lo que estamos viendo en la política nacional. Se sigue pensando que tienen que salir en la foto, pero no pueden cambiar ese chip más allá.

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