Con todas las letras: PRESOS POLÍTICOS
<p>Esta edición está dedicada a un solo tema. Les entregamos uno de los textos más extensos que hemos publicado en la historia de El Faro. Fue un proceso de producción y profundo debate editorial de más de dos meses, de cuyo titular estamos convencidos a la luz de la información y que esperamos sea una marca para la historia nacional: “En el país de Bukele hay presos políticos”.</p>
Óscar Martínez
Esta edición está dedicada a un solo tema. Les entregamos uno de los textos más extensos que hemos publicado en la historia de El Faro. Fue un proceso de producción y profundo debate editorial de más de dos meses, de cuyo titular estamos convencidos a la luz de la información y que esperamos sea una marca para la historia nacional: “En el país de Bukele hay presos políticos”.
En el primer número de la revista ofrecimos variedad. Publicamos tres temas centrales y las secciones fijas que en este número, como es obvio, están. Pero para esta segunda edición elegimos poner todas las luces en un solo tema. Les explico por qué.
Desglosemos el titular: “En el país de Bukele…”. El Salvador no es más la democracia raquítica que ejecutaron los dos partidos corruptos de la posguerra, Arena y el FMLN. El Salvador no es más la miserable democracia que conminó a decenas de miles de salvadoreños a vivir bajo el yugo de las pandillas. El Salvador, lo hemos dicho antes en editoriales, es ahora otra cosa: una dictadura. Un solo hombre manda. Ya no hay pandillas ni tampoco vestigios de democracia. Un solo hombre manda. Otras personas obedecen, ejecutan. En varias ediciones futuras esperamos hablar también de esas otras personas, porque las dictaduras se construyen con el que dicta, pero también con los que acatan. Ya no hay pandillas ni tampoco posibilidad de defenderse en un juzgado; ya no hay pandillas ni tampoco información pública; ya no hay pandillas ni tampoco separación de poderes; ya no hay pandillas… Hay, eso sí, más de 85,000 capturados en el régimen de excepción que son juzgados en secreto; hay cientos de esos capturados que han salido cadáver de las cárceles sin haber visto ni una prueba en su contra; hay un fiscal obediente al dictador, unos policías obedientes al dictador, unos jueces obedientes al dictador; hay una cifra espeluznante: uno de cada 57 salvadoreños está preso. Lo dicho, hay un hombre que manda sin contrapesos ni límites. Eso es dictadura. Hay dictadura.
Desglosemos el titular: “... hay presos políticos”. Bajo el oscuro manto del secreto judicial, el régimen ha encarcelado a miles de personas y publicitado sus capturas como si fueran en un santiamén condenas judiciales: aquel es pandillero, aquel robó, aquel defraudó. Un post, a veces; una declaración presidencial, si acaso; una mención rabiosa de parte de los opinadores del régimen; nada de nada, en tantas ocasiones. La condena pública sin pruebas y luego el secreto oficial han marcado las vidas de tantos salvadoreños. Sentenciar y distraer es la técnica gubernamental. Profundizar, cuestionar, descubrir, son obligaciones del periodismo. Eso hizo el periodista Gabriel Labrador durante más de dos meses. Tomó un caso, otro, otro… Les puso lupa. Enfocó el árbol para entender el bosque. Casos de personas disímiles: una madre que buscaba a su hija, un expresidente de derecha, un exguerrillero, un exalcalde, un exministro, una abogada defensora de derechos humanos. Reunió la evidencia y concluyó lo que les presentamos como el primer monográfico de El Faro Mensual: “En el país de Bukele hay presos políticos”.
Diseñamos el texto para que puedan leerlo de un tirón, si la vida les da tiempo; poco a poco, si no ocurre la exótica condición. Les ofrecemos el retrato de un país que ha retomado la prisión política como forma de castigo. Pero, como en todo buen rompecabezas, a la imagen final solo se llega por las piezas.
Por eso me atrevo a pedirles: lean, terminen el texto. Esto que ha pasado a otros puede pasarle a usted.
Como ocurrirá en cada edición, nuestro director Carlos Dada entrega otra entrevista en su pódcast “Malas Compañías”, esta vez con el expresidente costarricense Luis Guillermo Solís, para poner matices a la manida definición de “la Suiza centroamericana”; Carlos Martínez, en su columna “Cuervo Ingenuo”, nos habla de los gusanos de su perra para hablarnos de El Salvador actual; y El Archivo de El Faro, que revive una crónica desde Nicaragua cuando en 2018 la dictadura se volvió más feroz y aplastó a todos los manifestantes que meses atrás habían tomado las calles, dejando una estela de muerte, prisión política y exilio.
Hace unos días, un historiador cubano exiliado en Estados Unidos me dijo una frase tan ingeniosa como dolorosa: “hay túnel al final de la luz”. Esta edición habla de un túnel del que pensamos haber salido hace décadas: el encarcelamiento por pensar distinto. Por frustrante que sea, creemos que sigue valiendo la pena iluminarlo para que usted pueda verlo.